
Para mi lector predilecto que es el mismo que lee en este momento las palabras que se escriben a pulso de dedos cual lengua liberada después de un amargo, pero reflexivo, sabor, escribo por última ocasión de la elección 2010 en el Estado de Puebla, pero analizando las realidades estratégicas de los contendientes más reconocidos por la sociedad Poblana.
Es cierto, es reconocido por las partes, siendo causa de alegrías y tristezas por las mismas partes, que Puebla ha cambiado de color, el “partidazo” perdió y la mezcla ganó, esto a decir de un sistema pluripartidista en el que hemos acunado a la democracia nacional. Pero a decir de este humilde escriba, sólo se ha reflejado la conclusión de estrategias y análisis político de los actores y asesores de los partidos de la entidad Libre y Soberana que es Puebla.
Aunque usted no lo crea, el PRI no perdió, cierto, obtuvo menor porcentaje frente a su contrincante, pero también es cierto que obtuvo la cantidad de votos que lo han mantenido en el poder, es decir, los asesores y estrategas del Revolucionario Institucional no claudicaron en su otrora fracasada idea de sólo valerse del voto duro del partido. Su estrategia fue clara, apelar a un sector de la población que ha simpatizado fielmente con la idiosincrasia de este instituto político, pero que no fue alimentada de la preocupación de una derrota, y que por lo mismo no se le invitó a platicar a favor de los candidatos del PRI o en contra de los candidatos de la Coalición, en cambio se les convidó el orgullo de los resultados anteriores y el sentimiento de una confianza excedida. Nunca se observó el comportamiento de los indecisos y menos se procuró la buena estrategia que un año antes resultó favorable para el PVEM, eterno aliado del PRI, que era apelar a propuestas razonadas que están contenidas en el pensamiento social. Todo esto nos lleva hacer una clara manifestación: EL PRI DEBE CAMBIAR SU FORMA DE VISUALIZAR A LA SOCIEDAD DE PUEBLA.
Para la Coalición que encabezó el PAN y el PRD fue fácil captar un sentimiento encontrado, el de reconocer un gobierno que no ha tenido errores públicamente en su administración, amén de dos o tres interminables proyectos; pero que está encabezado por un hombre cuya imagen personal no es la mejor observada y aceptada por una sociedad en transformación y camino hacia el análisis de su representatividad. Ahora bien, se supieron inteligentes y fuertes, pues su candidato principal, y algunos más a nivel de diputaciones y presidencias municipales, conocían las estrategias y los ensambles de la maquinaria de los de enfrente, pues ellos ya habrían sido parte de dicha maquinaria y por lo mismo eran sabedores de la realidad electoral del Estado de Puebla. Cuál es esa realidad, la mayoría de la sociedad de Puebla no quiere precisamente al PRI, esto es una realidad comprobada en las elecciones anteriores, si, en PUEBLA LA GENTE NO ES PRIISTA, y lo digo así, en mayúsculas, observe usted querido lector, en la elecciones donde el porcentaje de participación es mayor al 45% el PAN o la alianza que encabece gana la entidad, para ejemplo observe las elecciones del 2000, 2006 y 2010, a diferencia de las elecciones donde la participación social ha sido menor, es decir, han podido mover los sentimientos de ese voto indeciso a su favor. Todo esto, nuevamente, nos lleva hacer una clara manifestación: EL PAN SUPO CONVIVIR CON EXMIEMBROS DEL PARTIDAZO QUE LE RECORDARON QUE ELLOS PUEDEN GANAR SI SACAN A LOS INDECISOS A VOTAR.



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